Ya hace 8 meses que no me asomaba por aquí. Son variadas las razones, pero no tienen la más mínima importancia.
Lo realmente importante es que quiero "retomar" (aunque ésta no sea la palabra adecuada) este espacio, personal y no transferible, en el que hablar de mi mundo musical.Mi música no es el pop, ni el rock, ni la bachata o la lambada. Tampoco, en sentido estricto, es la música clásica ya que hay mucha de ésta que me aburre aún reconociendo que es buena.Y ya que hablo de gustos musicales, tampoco me gusta la Ópera. Me parece pesada, larquísimas la mayoría de las obras y por lo tanto cansinas.
Mi cosmos musical es todavía más reducido.La música coral y el órgano sinfónico. Es lo que me enorgullece y lo que me llena. Creo que ya he dicho en este blog que me encanta cantar, pero no me gusta cantar solo. Quizá porque, a pesar de mis años, me frena un miedo atávico al "qué dirán", En ocasiones he vencido este miedo escénico y he cantado como solista ante más de 1.000 personas, utilizando una osadía que no tengo habitualmente. Pero me he dado cuenta que si no le echas "güevos", aunque sólo sea algunas veces, tú mismo te estás condenando a no hacer cosas que en realidad sí quieres hacer pero las llevas tan dentro de tí y tan escondidas que no consigues el valor necesario para romper la cadena cerebral que te ata.
Ya escribí en este Blog que a primeros de año abandoné mi Coro de siempre. Visto ahora, con perspectiva, no siento la menor pena. Siempre hay otros lugares en el exterior. Muchos nos acomodamos a la cotidianeidad y continuamos en el mismo lugar por pura inercia sin darnos cuenta que hay otros mundos en nuestro derredor.
El cambio ha sido significativo. De un Coro de 50 hombres a un Coro Mixto. De cantar en la Clave de Fa a hacerlo en Clave de Sol. El esfuerzo es muy grande porque mi tesitura de voz, aunque es muy amplia, no permite mantener unos tonos altos asiduamente. Pero es lo que me han pedido y quiero experimentar ese círculo bastante cerrado y vanidoso de los tenores.
Noto que me estoy destrozando la voz, aunque uso algunos trucos, pero me quedan pocos años de vida corista y quiero disfrutar de todos los momentos que pueda.
He podido constatar que cada Coro es sustancialmente distinto en su funcionamiento y que en todos hay cosas que comparto y otras que no, pero he decidido mantenerme al márgen de las decisiones y que me lo den todo hecho. Este Coro no lo tengo al lado de casa, como el otro, no está tan estructurado como el otro, no tiene los mismos medios que el otro, pero, por ahora, estoy satisfecho.
Sólo hay una cosa que echo de menos y son las personas.El grupo que había en mi anterior Coro es difícil que lo vuelva a encontrar.
Y en estos momentos estamos enfrascados en el aprendizaje de una las obras cumbres de la Polifonía Sacra, como es el Requiem de Mozart. Van a ser necesarias muchas horas de ensayo, en fines de semana, pero compensa el esfuerzo.
Por otro lado está el Órgano. Aquí también ha habido cambios sustanciales. Han ocurrido cosas a las que yo no daba la menor importancia pero otros sí se la han dado. Han tergiversado y manipulado mis palabras, han mentido, se han dejado llevar por otra persona totalmente ajena, y me han puesto en el disparadero. Sólo me quedaban dos opciones: Luchar por lo que consideraba que me correspondía o hacer un mutis por el Foro.
Opté por la opción que muchos creerán más cobarde, es decir, irme. Considero que, en este caso, lo fácil hubiese sido enfrentarme a ellos y conseguir lo que quería, pero también en este campo quise explorar nuevos caminos, ver si era capaz de valerme por mí mismo y conseguir ser mejor orgnista en otro sitio. Y en ello estoy. No he parado de aprender, investigar, leer, arrimarme a los sabios y entendidos, y así llegar a desentrañar ese instrumento que todos hemos oido alguna vez pero muy pocos saben en qué consiste.
Conseguir tocar o tañer órganos tan diferentes y en distintos lugares me da una sensación de libertad tremenda. Cada cual con sus características que tienes que descubrir antes de poner el primer dedo encima de una tecla. Y cuando consigues poner el órgano en disposición de ser tocado, te invade un sentimiento de posesión que recorre todo el templo a través de sus columnas y paredes, sus ábsides y y zimborrios, sus piedras y cristaleras.
Único y además repetible cada vez que te sientas delante de una consola.
Tampoco aquí he conseguido desprenderme del miedo escénico. Mis conocimientos pianísticos y organísticos son limitados. Nunca he recibido clase de ningún profesor que corrija mis vicios y una de mis "virtudes" es la inconstancia, por lo que no consigo repetir una obra hasta dominarla. Tengo que tocar una detrás de otra, con un ansia que me supera. Aquí tampoco la edad me ha hecho mejorar. Pero prometo ponerme a ello.
Y tengo que dejar estos pensamientos, por ahora, ya que tengo que cumplir con el compromiso que he adquirido con una Parroquia de tocar varias Misas los fines de Semana. Acompaño al Canto de la Monitora así como al Celebrante. Antes de el Oficio, toco algún Preludio que ayude a los fieles a ponerse en situación de recogimiento y al terminar, alguna Marcha u obra que me permita usar todas las posibilidades que tiene el instrumento.
Una vez por semana y en el silencio y obscuridad del Templo, me explayo con lo que no puedo o no me atrevo a tocar en público, llenando mi espíritu de gozo. Yo mismo me quedo asombrado cuando consigo tocar a autores como Mendelshon, Beethoven, Corelli que me encanta, etc.......
Ya hablaré en otra ocasión de los autores que me gustan y los que no.
Lo realmente importante es que quiero "retomar" (aunque ésta no sea la palabra adecuada) este espacio, personal y no transferible, en el que hablar de mi mundo musical.Mi música no es el pop, ni el rock, ni la bachata o la lambada. Tampoco, en sentido estricto, es la música clásica ya que hay mucha de ésta que me aburre aún reconociendo que es buena.Y ya que hablo de gustos musicales, tampoco me gusta la Ópera. Me parece pesada, larquísimas la mayoría de las obras y por lo tanto cansinas.
Mi cosmos musical es todavía más reducido.La música coral y el órgano sinfónico. Es lo que me enorgullece y lo que me llena. Creo que ya he dicho en este blog que me encanta cantar, pero no me gusta cantar solo. Quizá porque, a pesar de mis años, me frena un miedo atávico al "qué dirán", En ocasiones he vencido este miedo escénico y he cantado como solista ante más de 1.000 personas, utilizando una osadía que no tengo habitualmente. Pero me he dado cuenta que si no le echas "güevos", aunque sólo sea algunas veces, tú mismo te estás condenando a no hacer cosas que en realidad sí quieres hacer pero las llevas tan dentro de tí y tan escondidas que no consigues el valor necesario para romper la cadena cerebral que te ata.
Ya escribí en este Blog que a primeros de año abandoné mi Coro de siempre. Visto ahora, con perspectiva, no siento la menor pena. Siempre hay otros lugares en el exterior. Muchos nos acomodamos a la cotidianeidad y continuamos en el mismo lugar por pura inercia sin darnos cuenta que hay otros mundos en nuestro derredor.
El cambio ha sido significativo. De un Coro de 50 hombres a un Coro Mixto. De cantar en la Clave de Fa a hacerlo en Clave de Sol. El esfuerzo es muy grande porque mi tesitura de voz, aunque es muy amplia, no permite mantener unos tonos altos asiduamente. Pero es lo que me han pedido y quiero experimentar ese círculo bastante cerrado y vanidoso de los tenores.
Noto que me estoy destrozando la voz, aunque uso algunos trucos, pero me quedan pocos años de vida corista y quiero disfrutar de todos los momentos que pueda.
He podido constatar que cada Coro es sustancialmente distinto en su funcionamiento y que en todos hay cosas que comparto y otras que no, pero he decidido mantenerme al márgen de las decisiones y que me lo den todo hecho. Este Coro no lo tengo al lado de casa, como el otro, no está tan estructurado como el otro, no tiene los mismos medios que el otro, pero, por ahora, estoy satisfecho.
Sólo hay una cosa que echo de menos y son las personas.El grupo que había en mi anterior Coro es difícil que lo vuelva a encontrar.
Y en estos momentos estamos enfrascados en el aprendizaje de una las obras cumbres de la Polifonía Sacra, como es el Requiem de Mozart. Van a ser necesarias muchas horas de ensayo, en fines de semana, pero compensa el esfuerzo.
Por otro lado está el Órgano. Aquí también ha habido cambios sustanciales. Han ocurrido cosas a las que yo no daba la menor importancia pero otros sí se la han dado. Han tergiversado y manipulado mis palabras, han mentido, se han dejado llevar por otra persona totalmente ajena, y me han puesto en el disparadero. Sólo me quedaban dos opciones: Luchar por lo que consideraba que me correspondía o hacer un mutis por el Foro.
Opté por la opción que muchos creerán más cobarde, es decir, irme. Considero que, en este caso, lo fácil hubiese sido enfrentarme a ellos y conseguir lo que quería, pero también en este campo quise explorar nuevos caminos, ver si era capaz de valerme por mí mismo y conseguir ser mejor orgnista en otro sitio. Y en ello estoy. No he parado de aprender, investigar, leer, arrimarme a los sabios y entendidos, y así llegar a desentrañar ese instrumento que todos hemos oido alguna vez pero muy pocos saben en qué consiste.
Conseguir tocar o tañer órganos tan diferentes y en distintos lugares me da una sensación de libertad tremenda. Cada cual con sus características que tienes que descubrir antes de poner el primer dedo encima de una tecla. Y cuando consigues poner el órgano en disposición de ser tocado, te invade un sentimiento de posesión que recorre todo el templo a través de sus columnas y paredes, sus ábsides y y zimborrios, sus piedras y cristaleras.
Único y además repetible cada vez que te sientas delante de una consola.
Tampoco aquí he conseguido desprenderme del miedo escénico. Mis conocimientos pianísticos y organísticos son limitados. Nunca he recibido clase de ningún profesor que corrija mis vicios y una de mis "virtudes" es la inconstancia, por lo que no consigo repetir una obra hasta dominarla. Tengo que tocar una detrás de otra, con un ansia que me supera. Aquí tampoco la edad me ha hecho mejorar. Pero prometo ponerme a ello.
Y tengo que dejar estos pensamientos, por ahora, ya que tengo que cumplir con el compromiso que he adquirido con una Parroquia de tocar varias Misas los fines de Semana. Acompaño al Canto de la Monitora así como al Celebrante. Antes de el Oficio, toco algún Preludio que ayude a los fieles a ponerse en situación de recogimiento y al terminar, alguna Marcha u obra que me permita usar todas las posibilidades que tiene el instrumento.
Una vez por semana y en el silencio y obscuridad del Templo, me explayo con lo que no puedo o no me atrevo a tocar en público, llenando mi espíritu de gozo. Yo mismo me quedo asombrado cuando consigo tocar a autores como Mendelshon, Beethoven, Corelli que me encanta, etc.......
Ya hablaré en otra ocasión de los autores que me gustan y los que no.