Edificio que albergó la antigua Ermita
Tengo que despertar de este sueño. Pero se está muy cómodo en él. Todavía no sé muy bien lo que ha pasado, pero ha pasado, me ha pasado a mí. Pero mientras soñaba era como si le estuviese pasando a otra persona. Se suele decir "estoy en una nube", "estoy como flotando", no quiero bajar de esa nube y quiero seguir flotando.
Ultimamente me están sucediendo cosas con las que nunca hubiese soñado. Es en la madurez de mi vida cuando aquéllo que de jóven ves muy lejano está ahora aconteciendo. En otro lugar de este blog, hace poco, decía que ya pocas cosas me emocionan. Quizá tenga que rectificar porque lo que me está pasando de poco tiempo a esta parte me está dejando anonadado. Y todo bueno, todo digno de vivirse intensamente. Y con emoción. Contenida, eso sí, pero emoción al fin y al cabo.
Qué distinto es ver los toros desde la barrera, a ser el protagonista del espectáculo, sentir todas las miradas puestas en tí y todos los oídos pendientes de cada una de tus palabras.
Hoy he sentido el calor de la amistad, el cariño de un montón de gente hacia mi persona. Siempre se ha dicho que para recoger hay que sembrar primero.
En mi vida siempre he sido fiel a dos palabras: ESFUERZO Y RESPETO. Ellas han sido mi guía en todas las actuaciónes, en mi día a día, con mis amigos, mis clientes, mi familia,etc....He procurado dar siempre el máximo, mi máximo. Un ciclista profesional puede hacer, a tope, hasta 50 kms a la hora. Yo, seguramente, no llegue ni a 10 kms/hora. Pero es que ese es mi tope, es lo máximo que puedo dar, exactamente el mismo esfuerzo que realiza el profesional. Y una máxima que he llevado siempre encima: Respeta si quieres ser respetado. He procurado no herir a nadie con mis palabras, he permitido que cada cual haga lo que considere más oportuno, he procurado ayudar a quien me ha solicitado mi ayuda, no he dejado entrever mi mal humor, he tratado ser buen compañero, he huido de conflictos innecesarios que no conducen a ninguna parte convenciendo con razones y no con gritos, y creo que esto me ha granjeado amistades y que la gente me aprecie.
He perdido el anonimato y eso te halaga pero sólo durante un minuto. Al siguiente me gustaría `poder seguir pasando desapercibido, pero ahora me reconocen por la calle y me saludan personas con las que nunca he hablado, me paran para preguntarme cosas, la gente quiere saber de mí, y me siento incómodo, y en mi fuero interno, halagado.
Tengo muy claro que no quiero (no debo) cambiar, mi actitud ante la vida y mi relación con las personas no van a cambiar por esto, porque no durará mucho tiempo y el efecto sorpresa terminará pronto.
Todo esto viene a cuento porque he publicado un Libro. Dicen que para poder estar satisfecho de tu vida, tienes que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Pues ya he completado el círculo.
Hoy ha sido la presentación. Había invitado, una por una, a unas trescientas personas, a sabiendas de que muchos por diversas circunstancias, no podrían acudir. Pero el local del Casino se ha visto repleto de personas afines a las distintas facetas de mi vida y de personas que, aunque no tan cercanas a mí, se han interesado por esta parte de la Historia de su pueblo.
Este Libro gira en torno a dos edificios emblemáticos de la localidad en la que habito desde hace muchos años, y cómo no, del órgano de su Iglesia y de los organistas que por allí han pasado.
Ha sido como una ola que se va formando en alta mar, y que poco a poco va creciendo hasta que, cerca de la orilla, muere con un grito ensorbecedor, repleta de espuma y lamiendo la arena con suavidad hasta que vuelve de nuevo a la mar.
La idea fué como un soplo, un momento de magia, un sentimiento de que debía de hacerlo. Una placa y una fecha. Un instrumento musical que me fascina y una investigación pendiente hicieron que me girase hacia el órgano hierático, incólume y perfectamente bruñido que permanecía mudo delante de mí.
Una cosa me llevó a la otra. Lo fundamental fué averiguar a dónde debería dirigirme para encontrar las respuestas a las preguntas que bullían en mi cabeza. Los medios que la imaginación y técnica de algunos tenemos a nuestra alcance, fueron el vehículo perfecto para que los cortinones del escenario de la historia se abriesen ante mí como quien corta un melón con un cuchillo bien afilado.
Ahora ya no importan las horas delante de los legajos enmohecidos, ni el paso sosegado de las diapositivas, ni las miles de fotografías que tuve que ver para elegir media docena....ni siquiera la vista perdida en estos menesteres.
Mientras recopilaba datos de los distintos Archivos, me preguntaba hacia donde me llevaba lo que estaba haciendo, si terminaría bien, si interesaría a alguien, si quedaría yo mismo satisfecho de mi trabajo.
Todas estas preguntas ya tienen respuesta y todas ellas son altamente positivas. Soy plenamente consciente que este momento va a a pasar y rápidamente. Pero de la misma manera que estaba preparado para un posible fracaso, ahora lo estoy para el olvido.
Pero, y era mi principal pretensión, ahí quedará, cuando yo me haya ido, la Historia tal cual fue. Sin trampa ni cartón. Sin ases en la manga, no tengo vocación de trilero.
Sé que me he puesto en el ojo del huracán, que estoy expuesto a las miradas de mis convecinos y a las críticas de aquellos que hayan tenido la deferencia de comprar y leer el Libro. Pero ya no me importa, he alcanzado con creces los objetivos marcados y ya no le temo a nada. Por una vez en la vida, me he sentido sin ataduras a nada ni a nadie. Libre y en paz conmigo mismo.
Ultimamente me están sucediendo cosas con las que nunca hubiese soñado. Es en la madurez de mi vida cuando aquéllo que de jóven ves muy lejano está ahora aconteciendo. En otro lugar de este blog, hace poco, decía que ya pocas cosas me emocionan. Quizá tenga que rectificar porque lo que me está pasando de poco tiempo a esta parte me está dejando anonadado. Y todo bueno, todo digno de vivirse intensamente. Y con emoción. Contenida, eso sí, pero emoción al fin y al cabo.
Qué distinto es ver los toros desde la barrera, a ser el protagonista del espectáculo, sentir todas las miradas puestas en tí y todos los oídos pendientes de cada una de tus palabras.
Hoy he sentido el calor de la amistad, el cariño de un montón de gente hacia mi persona. Siempre se ha dicho que para recoger hay que sembrar primero.
En mi vida siempre he sido fiel a dos palabras: ESFUERZO Y RESPETO. Ellas han sido mi guía en todas las actuaciónes, en mi día a día, con mis amigos, mis clientes, mi familia,etc....He procurado dar siempre el máximo, mi máximo. Un ciclista profesional puede hacer, a tope, hasta 50 kms a la hora. Yo, seguramente, no llegue ni a 10 kms/hora. Pero es que ese es mi tope, es lo máximo que puedo dar, exactamente el mismo esfuerzo que realiza el profesional. Y una máxima que he llevado siempre encima: Respeta si quieres ser respetado. He procurado no herir a nadie con mis palabras, he permitido que cada cual haga lo que considere más oportuno, he procurado ayudar a quien me ha solicitado mi ayuda, no he dejado entrever mi mal humor, he tratado ser buen compañero, he huido de conflictos innecesarios que no conducen a ninguna parte convenciendo con razones y no con gritos, y creo que esto me ha granjeado amistades y que la gente me aprecie.
He perdido el anonimato y eso te halaga pero sólo durante un minuto. Al siguiente me gustaría `poder seguir pasando desapercibido, pero ahora me reconocen por la calle y me saludan personas con las que nunca he hablado, me paran para preguntarme cosas, la gente quiere saber de mí, y me siento incómodo, y en mi fuero interno, halagado.
Tengo muy claro que no quiero (no debo) cambiar, mi actitud ante la vida y mi relación con las personas no van a cambiar por esto, porque no durará mucho tiempo y el efecto sorpresa terminará pronto.
Todo esto viene a cuento porque he publicado un Libro. Dicen que para poder estar satisfecho de tu vida, tienes que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro. Pues ya he completado el círculo.
Hoy ha sido la presentación. Había invitado, una por una, a unas trescientas personas, a sabiendas de que muchos por diversas circunstancias, no podrían acudir. Pero el local del Casino se ha visto repleto de personas afines a las distintas facetas de mi vida y de personas que, aunque no tan cercanas a mí, se han interesado por esta parte de la Historia de su pueblo.
Este Libro gira en torno a dos edificios emblemáticos de la localidad en la que habito desde hace muchos años, y cómo no, del órgano de su Iglesia y de los organistas que por allí han pasado.
Ha sido como una ola que se va formando en alta mar, y que poco a poco va creciendo hasta que, cerca de la orilla, muere con un grito ensorbecedor, repleta de espuma y lamiendo la arena con suavidad hasta que vuelve de nuevo a la mar.
La idea fué como un soplo, un momento de magia, un sentimiento de que debía de hacerlo. Una placa y una fecha. Un instrumento musical que me fascina y una investigación pendiente hicieron que me girase hacia el órgano hierático, incólume y perfectamente bruñido que permanecía mudo delante de mí.
Una cosa me llevó a la otra. Lo fundamental fué averiguar a dónde debería dirigirme para encontrar las respuestas a las preguntas que bullían en mi cabeza. Los medios que la imaginación y técnica de algunos tenemos a nuestra alcance, fueron el vehículo perfecto para que los cortinones del escenario de la historia se abriesen ante mí como quien corta un melón con un cuchillo bien afilado.
Ahora ya no importan las horas delante de los legajos enmohecidos, ni el paso sosegado de las diapositivas, ni las miles de fotografías que tuve que ver para elegir media docena....ni siquiera la vista perdida en estos menesteres.
Mientras recopilaba datos de los distintos Archivos, me preguntaba hacia donde me llevaba lo que estaba haciendo, si terminaría bien, si interesaría a alguien, si quedaría yo mismo satisfecho de mi trabajo.
Todas estas preguntas ya tienen respuesta y todas ellas son altamente positivas. Soy plenamente consciente que este momento va a a pasar y rápidamente. Pero de la misma manera que estaba preparado para un posible fracaso, ahora lo estoy para el olvido.
Pero, y era mi principal pretensión, ahí quedará, cuando yo me haya ido, la Historia tal cual fue. Sin trampa ni cartón. Sin ases en la manga, no tengo vocación de trilero.
Sé que me he puesto en el ojo del huracán, que estoy expuesto a las miradas de mis convecinos y a las críticas de aquellos que hayan tenido la deferencia de comprar y leer el Libro. Pero ya no me importa, he alcanzado con creces los objetivos marcados y ya no le temo a nada. Por una vez en la vida, me he sentido sin ataduras a nada ni a nadie. Libre y en paz conmigo mismo.
Plaza situada en el Puerto Viejo de Algorta